Entre el proximo 8 y 10 de noviembre, se llevará a cabo la sexagésima edición del CADE Ejecutivos, en la ciudad de Paracas, la que tendrá como lema «El Perú en emergencia, los peruanos en acción». El foro ha tomado posición como la principal reunión de la clase empresarial en nuestro país, y tiene como principal utilidad presentar a la ciudadanía en general la perspectiva y visión de los grandes empresarios.
Según los organizadores del CADE, este evento busca promover el sentido de urgencia, unión y acción requerida para que el país avance. Sin embargo, eso no es lo que han trasladado las acciones de los principales representantes del empresariado. Por lo general, la visión que se tiene es de quienes velan por sus propios intereses, a costa del bienestar de todos los demás; o que están dispuestos a desestabilizar la situación del país, con tal de tener en el poder a una figura más amigable.
Esta visión cerrada en sus propios círculos es la que habría llevado inicialmente a la ruptura de una tradición de 40 años en el encuentro empresarial: que el Presidente de la República cierre el evento. Es claro que existen críticas válidas sobre el accionar del presidente en diversas materias, así como indicios sobre su involucramiento y el de sus familiares en casos de corrupción (que deben ser investigados). Sin embargo, casos similares con presidentes anteriores nunca fueron motivo para no cursar invitaciones. Más bien, parece que se trato de una forma de marcar posición y rechazo frente a quien no consideran «aceptable».
El rechazo en la opinión pública llevó finalmente al retroceso de los organizadores y se anunció de forma oficial que el Presidente de la República sería invitado, así como otros miembros de su gabinete. No creemos sin embargo que esto cambie el tenor del evento. Continuará siendo un espacio para que los representantes de los grandes intereses económicos se feliciten mutuamente, mientras que el resto seguimos sufriendo a costa de sus abusos y el nulo interés sobre los derechos de los y las trabajadoras.