Esta semana tenemos que lamentar el inexplicable fallecimiento de Pedro Alindor Estrella Carnero, trabajador de la ATU asignado a como asistente operativo en la estación Domingo Orué del Metropolitano. Según se ha denunciado por parte de sus familiares, el Sr. Estrella carecía de un contrato de trabajo digno, que incluyera vacaciones, CTS, gratificaciones o seguro de salud. De por si, ya se trata de una situación irregular e indignante, pero lo que agrava más este caso, es que el Sr. Estrella había solicitado durante los días previos, y el mismo día de su fallecimiento, permiso para salir de su lugar de trabajo y acudir a un centro de salud a tratarse el malestar en el pecho que padecía.
Este quizás sea solo el caso más extremo de la cultura laboral que se promueve en las empresas peruanas: la cultura de «ponerse la camiseta» a toda costa para demostrar que uno es un «buen colaborador». Se trata de un discurso que promueve la autoexplotación y la autonegación de derechos. Bajo ese discurso, cientos o miles de trabajadores se quedan más horas de las debidas, acuden a trabajar enfermos a pesar de contar con un descanso médico, postergan sus vacaciones más tiempo del necesario, o están dispuestos a ver sus salarios recortados.
Sin embargo, tenemos que llamar las cosas por su nombre. Lo que este discurso promueve en realidad es el abuso laboral. La precariedad de los contratos y la baja tasa de sindicalización han llegado a una situación en donde son pocos los trabajadores lo que conocen sus derechos, o están dispuestos a enfrentarse a sus empleadores para hacerlos efectivos.
Lamentablemente, no es la primera vez que ocurre una tragedia producto del abuso laboral y la negación de las mínimas condiciones laborales. En el 2019, causó indignación el fallecimiento de dos jóvenes, Alexandra Porras y Gabriel Campos, que se electrocutaron mientras realizaban labores de limpieza en el McDonals donde estaban contratados. En el 2017 también fallecieron otros dos jóvenes, Jorge Luis Huamán Villalobos y Jovi Herrara Alania, quienes estaban encerrados en un contenedor durante el incendio en Las Malvinas. A pesar de la indignación pública, ni las autoridades ni las empresas realizaron cambio alguno. Hoy la tragedia se volvió a repetir.