El pasado sábado 13 de noviembre culminó la 25º Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas frente al Cambio Climático, más conocida como COP26. El encuentro, que tuvo lugar en Glasgow, Escocia (país integrante del Reino Unido), ha concluido con resultados sumamente tibios para la gravedad de la crisis climática que enfrenta el mundo.
Como se recuerda, en la COP21 (París, Francia) se firmó el Acuerdo de París, por el que los casi 200 países firmantes se comprometían a hacer esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con el fin de limitar el aumento de la temperatura promedio del planeta a fines del presente siglo "muy por debajo de los 2ºC". Sin embargo, hasta el momento las acciones propuestas llevarían a una elevación de la temperatura cercana a 2,4º C; si es que se cumplieran en su totalidad las promesas realizadas.
El problema central se encuentra en el continuo uso de los combustibles fósiles, principales causantes de las emisiones de GEI. Durante la cumbre, se esperaba acordar un llamada a la eliminación de dichos combustibles, así como de los subsidios con los que muchos países siguen beneficiando a la industria de hidrocarburos. Lamentablemnte, por la presión de varios países dependientes de dichas empresas, apenas se acordó llamar a reducir, en un plazo indeterminado, su uso.
La situación no tiene visos de cambiar en el corto plazo, mientras las empresas de combustibles fósiles siguen teniendo tanta influencia en los diferentes gobiernos del mundo. Apenas 100 empresas representan el 70% de las emisiones desde 1990, y hasta el momento los gobiernos no los han hecho responsables por los daños y perjuicios causados a millones de personas en todo el mundo. No se va a encontrar solución a este problema mientras que se siga poniendo por encima la ganancia de este centenar de empresas sobre la sobrevivencia de las personas más vulnerables.