¿Campaña del miedo?

Durante la última semana, el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, Ricardo Márquez, se manifestó en contra respecto a la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente, tal como el presidente electo Pedro Castillo indicó durante su campaña. Márquez declaró en una entrevista que la convocatoria a una Asamblea Constituyente causaría la pérdida de millones de puestos de trabajo en los próximos 5 años.

Durante la última semana, el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, Ricardo Márquez, se manifestó en contra respecto a la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente, tal como el presidente electo Pedro Castillo indicó durante su campaña. Márquez declaró en una entrevista que la convocatoria a una Asamblea Constituyente causaría la pérdida de millones de puestos de trabajo en los próximos 5 años.

Desconocemos sobre que clase de estadísticas se sostienen los dichos del señor Márquez. No tenemos noticia de la publicación de ningún estudio o informe que haya analizado el impacto económico de esta clase de procesos constituyentes y que cuente con una conclusión tan determinante y negativa. Antes que una argumentación informada, pareciera que las declaraciones del presidente de la SNI corresponden a un intento de causar temor en la opinión pública, haciéndola aparecer como un disparo a los pies.

No es el único representante de la industria o economista heterodoxo que ha dado una declaración similar. También están los dichos de los ex ministros de economía y finanzas, Luis Castilla y David Tuesta, quienes dijeron que la Asamblea causaría incertidumbre o que colocarían en suspenso todas las leyes e instituciones.

Es claro que los economistas y empresarios tienen el derecho a cuestionar y criticar una propuesta que consideran contraria a sus intereses. Lo que es condenable es la desinformación y las declaraciones tremendistas que generan temor en la población. Lo último que necesita nuestro país es una nueva campaña de miedo, que ciegue a las personas y les impida pensar más allá de sus intereses individuales.

La Asamblea Constituyente puede convertirse en una oportunidad para que todos los sectores de la sociedad lleguen a nuevos acuerdos de convivencia, y los roles y aportes de cada uno de ellos. Un nuevo pacto social que defina con claridad las reglas de juego. Algo que estos últimos años de inestabilidad han terminado evidenciado que no está funcionando, especialmente para los trabajadores y trabajadoras y los pueblos indígenas.